27.11.11

Cada mañana...

Alguna vez quise imaginar cómo serían tus despertares. ¿Qué sería lo que tu mirada apenas amanecida encontraría primero? ¿Un cielorraso estrellado, la ventana inundada de flores, un mechón de cabello que besó tu boca o tu mano tenue apoyada en la almoada?
Nunca podré saberlo, aunque imagino un renacimiento cada mañana porque durante tus breves sueños sosegados, el universo era un inmenso páramo desposeído de ternuras, un reloj sin manecillas, un fantasía inconclusa, una triste mariposa sin un pétalo adonde ir. Sin tus ojos soñadores, las mañanas carecían de sentido.
Mi ventana está siempre abierta.
No hay persianas bajas ni cortinas de clausura pues así, cuando veo la luz de la mañana, imagino que son tus ojos aún adormilados los que dejan traslucir un nuevo día...









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