13.3.10

Lo más bello de tí es lo que nunca podré llegar a ver...

Cada vez que mi mirada te recorre, lo hace con la misma dulzura del primer beso. Con la emoción del descubrimiento inesperado. Con la certeza inconmovible de que no alcanzaría la vida entera para desvelar el secreto de tu hechizo perpetuo...

No llego a descubrir una sola línea de tu cuerpo, de tu rostro o tu cabello que no haya sido trazada por una mano sutil y delicada, perfeccionista hasta la obsesión. Amante de lo inmaculado, de los misterios divinos y de los placeres paganos.

Y sin embargo mis ojos no se detienen en cada uno de los poros de tu piel ni en la tentadora flor de tus labios. Ni siquiera en el mar profundo y apacible de tu mirada transparente.
No... Mis ojos deambulan extasiados por los alrededores de tu silueta, por los lejanos amaneceres que acarician tus cabellos, por los amplios y cálidos senderos que nacen y se expanden por fuera de tí misma y se hacen infinitos en la memoria perenne de los tiempos...

Mis ojos, dulce Marilyn, se mueren de amor por la materia intangible que te conforma y que jamás alcanzarán a ver.

Por aquella esencia que apenas suponen intuir...

















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